lunes, 8 de abril de 2024

LA VERDAD SOBRE TODAS LAS COSAS HUMANAS… Y NO TANTO © Daniel Adrián Madeiro - 4 (cuatro)

Aconsejan agregar la sal gruesa al agua cuando rompe el hervor; busqué en Google el por qué pero no me parece razón suficiente  que pudiera modificar de manera contundente o significativa la cocción.

De todos modos, eché la sal cuando hirvió el agua. Todos hacemos lo que nos dicen. 

Simultáneamente, tiré un tercio de los tagliatelle y leí en el paquete que demoraban ocho minutos en cocinarse.

Diez minutos después me pareció que aún les faltaba un poquito. Las ofertas son así.

Con la ayuda de la tapa de la olla volqué el agua sobre la pileta y con los lentes empañados persistí en la tarea hasta que calculé que ya no quedaba ni una gota más por derramar.

Por supuesto, sin sacar los fideos del recipiente, les puse un poco de aceite de oliva, mezclé bien y lo llevé a la mesa junto con la bolsita de queso rallado.

La sugerencia del cheff estaba en su punto justo. 

Saboreaba la maravillosa combinación de la pasta con la oliva y el queso hasta que un recuerdo me apartó de mi práctica de la atención plena: 

-La gente es una mierda, papá. Cada día hay menos personas en las cuales confiar. Mirá tu propio caso. Cuando los necesitás, no están todos a tu lado-.

Me entristecí pensando en “mi propio caso” y luego, omitiéndolo me centré en lo más objetivo:

-La gente es una mierda… Cada día hay menos personas en las cuales confiar-.

Como ya mencioné al principio, se me abrieron los ojos. Pero mucho más de lo deseado.

Siempre mantuve en secreto un deseo que, en alguna época, convertí en una súplica diaria: conocer la verdad y aceptarla por triste que fuera – presagiaba el resultado. 

Bajé el tenedor con el bocado de fideos dejándolo reposar en la olla, cerré los ojos.

-Ya no quiero pensar en eso- me dije. 

Pero era tarde para lágrimas. 

El mundo es así desde su origen, solo evoluciona hacia su inevitable fin.


… continuará


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