lunes, 11 de febrero de 2013

JAMÁS LA VENDAS NI LA COMPRES


R E L A T O S


Las obras de mi autoría publicadas aquí o en otros sitios de la Internet, son de distribución LIBRE y GRATUITA, siempre que sea sin fines de lucro, respetando el texto y citando al autor. Si lo haces, me gustará saberlo. Será un placer que alguien los encuentre útiles para obtener fondos destinados a un fin solidario comprobable como, por ejemplo, ayudar a niños pobres. ¡Que DIOS te bendiga!

"Lo que ustedes recibieron gratis, denlo gratuitamente"

NAUFRAGIO DE LA ESTIMA

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"¿Qué es la pobreza?. La pobreza es hambre. La pobreza es falta de techo bajo el cual resguardarse. La pobreza es estar enfermo y no poder ser atendido por un médico. La pobreza es no poder ir a la escuela y no saber leer. La pobreza es no tener trabajo, tener miedo al futuro y vivir día a día. La pobreza es perder a un hijo debido a enfermedades relacionadas con el agua impura. La pobreza es impotencia, falta de representación y libertad”. (Texto extraído del sitio: http://worldbank.org/poverty/spanish/mision/ Grupo del Banco Mundial).

Hace tiempo que aprendimos a no preocuparnos por nuestras carencias.
Todo comenzó cuando quedé sin trabajo.
Al principio los pocos ahorros que teníamos permitieron cubrir algunas necesidades básicas. Pero ahora, no. Hace tiempo, no.
Sin embargo nos adaptamos bien a este cambio profundo. Nuestra vida se modificó notoriamente. Ya no la vivimos desde un enfoque material. Tampoco espiritual. Acordamos que es mejor no vivirla de ninguna manera.
Tomamos la iniciativa de darle otro valor a nuestra suerte y sus caprichos.
A esta altura, no puede decirse que seamos infelices ni lo contrario.
Las miradas sobre nosotros muestran cosas distintas: dolor, extrañeza, indiferencia, amor, compasión, inquietud, temor.
Mis hijos, mi esposa y yo, estamos de acuerdo con nuestra forma de enfrentar este desafío. Sabemos que vamos en la dirección correcta para darle un corte.
Ante las actitudes de terceros recordamos los gestos y sonidos que realizábamos cuando reíamos y hacemos eso. Ayer nos reímos de todos desde que se hizo de noche hasta que alguien nos tiró una botella vacía que se estrelló cerca del menor.
Todos los días salgo a no buscar trabajo para no frustrarme.
Con mis hijos y mi mujer vamos a no comprar frutas, verduras y carnes. Cuando nos dejan, entramos en supermercados o almacenes y no compramos absolutamente nada, para no sentirnos mal.
Estuve visitando un banco y averigüé que para no pedir un crédito ni abrir ninguna cuenta de ahorros, tengo las condiciones apropiadas. Pero, no atienden bien ahí. La seguridad me creyó un ladrón. Y yo, entre otras cosas, tampoco soy un ladrón.
Suelen confundirme a menudo. Cuando me quedo en la puerta de una escuela, algunas maestras me preguntan si tengo hijos allí. Y, no soy un padre con hijos en la escuela. Ni con esposa en la peluquería, ni con familia en una casa.
Hay muchas cosas que nosotros no somos: no somos gente de calzado en los pies, de ropa sana, de pelo limpio, de rostro alegre, de mirada esperanzada.
Tenemos muy bien organizada nuestra rutina: por la mañana, revisamos que no falte ninguna de nuestras inexistencias depositadas en la vereda, y tranquilamente nos preparamos para disfrutar el no desayuno.
Al mediodía mi mujer ha optado por no cocinar todo lo que no tenemos para que podamos saborear nuestra abundante nada.
Por la tarde no merendamos y por la noche ya no cenamos.
Creemos que vamos bien. Si todo se da como deseamos pueda ser que pronto le hayamos puesto fin a esta situación y logremos disfrutar de una verdadera no-existencia.
 
Daniel  Adrián  Madeiro


Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.

UN MOMENTO

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La mujer dijo: -Dame dos kilos de papa blanca.
El verdulero comentó: -¿Vio que murió el señor de enfrente!
-¿Quién?, ¿El remisero?
-Sí. Lo aplastó la pared que cayó por el temporal.
-¿El que pasaron en la tele?
-Sí, el señor de enfrente.

La mujer dejó sus ojos abiertos, sin pestañar.
No sé que miraba.
Exclamó un lamento largo cargado de resistencia a reconocer la veracidad de lo dicho por el verdulero.

-¡No puede ser! ¡No!
-Sí, era él.

Ella siguió inmóvil, los ojos y la boca abiertos.
La mano derecha cubriéndole apenas los labios, como queriendo ocultar su desconcierto.
Dura como una estatua de cera.

-¡Qué increíble!
-¿Qué más?
-Medio kilo de tomates.-


Daniel  Adrián  Madeiro

Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.

VARIEDAD DE PROFILAXIS

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Alguien tiene que hacer el trabajo sucio.
Digo esto a manera de una explicación que, en realidad, no me parece que deba dar y que es, a mi juicio, apartada de toda verdad.
Pero las personas son tan contradictorias que quizá alguno me critique y entonces, bueno, comenzar diciendo: alguien tiene que hacer el trabajo sucio, es una manera de justificarme.
Ya lo mencioné,  yo no lo siento así. Además, nadie me querrá justificar.
¡No importa! ¡Estoy orgulloso de mi función!
Considero que haré el trabajo limpio, la higiene del lugar, una variedad de profilaxis.
El problema es que nadie entenderá el profundo bien que encierra mi faena, cuanta tranquilidad deberá agradecer el mundo a mi destino expurgador.
Con ligereza y arrogancia, las mayorías me transformarán en un monstruo.       ¡Que se pudran!
Ojalá esos miopes charlatanes hubieran nacido con más amplitud de miras.
Yo estoy orgulloso de mi extensa misión.

¡Si ustedes pudieran verlo!
El chiquito tiene los ojos claros como su pobre madre; una mujer débil, sin carácter.
Está temeroso pero la voz de su padre pesa sobre él.
Allí va, rumbo al sillón para posar para la foto.
¡El niño más bonito y angelical de Braunau am Inn! - cuchichearán las amigas y vecinas al ver su retrato.
Sin dudas: una hermosa criatura a los ojos de todos.
Pero... es una bestia potencial, un vicario del infierno.
El potente disparo del flash que lo plasmará sobre el negativo me recuerda los destellos de mi premonición.
El fotógrafo dice que ya está.
Todos festejan.
El niño ríe de la mano de su madre.
La familia pasará este día en paz hasta la medianoche.

Repetidas veces me veo obligado a refrenar la culpa que quiere detenerme.
Si no cumplo con mi deber, entonces si seré verdaderamente un criminal, un asesino de millones.
Ahora que la casa duerme, que hace una hora nació un nuevo día, ahora debo tener firmeza frente a ese niño dormido llamado Adolf Hitler.

Daniel  Adrián  Madeiro

Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.

DEL ANGELITO

"Niños de la calle" - Ivan Lizarraga


El ángel estaba sobre la vereda.
Primero, de pie.
Disimulaba su presencia haciéndose pasar por un niño pobre, sucio, cubierto de andrajos. De esos que parecen drogados, que se limpian el moco con las manos, que a veces roban los celulares o cadenas a los descuidados, que piden monedas a los transeúntes o a los soñolientos pasajeros de los colectivos.
¿Qué necesidad podía tener de recibir monedas?
El ángel se hacía pasar por uno de esos pobres niños pedigüeños... y lo hacía muy bien.
Avanzaba lentamente, saltando sobre una sola pierna. La otra presentaba manchas rojas y negras junto a algunos cortes. Nos quería hacer creer que le dolía.
Ponía cara triste y asustada, mezcla de desesperanza y un dolor agudo en el estómago.
Y así siguió un rato.
Después, poco después, se desplomó lento sobre uno de los charcos que dejó la lluvia.
Creo que dijo algo ininteligible. Quizá se trató de una exclamación aparentando un gemido.
¡Que escena!
Lo rodeamos para ver con que otra cosa nos sorprendería.
¡Qué hermosa fue su última mirada!
¡Qué perfecto su pausado entornar los ojos hasta apretarlos fuerte y morir!
¡Qué bueno saber que sólo se trataba de un angelito actuando y poder vivir con la conciencia en paz!

Daniel  Adrián  Madeiro

Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.

EL GALLITO CARLITOS PLUMIN

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El cielo estaba poniéndose todo rojo. Como tú cuando te descubren haciendo alguna travesura.
¿Qué había hecho? ¡Nada!.
Lo que pasaba, simplemente, es que estaba atardeciendo.
¿Miraste hacia arriba en las tardes?. Hazlo. Un poquito antes que se haga de noche, mira el cielo cuando se esconde el sol. Verás que parece como pintado de un color rojo anaranjado. ¡Es algo hermoso!.
Bueno, eso es lo que estaba pasando cuando Carlitos Plumin, el gallito, se puso a cantar enloquecidamente.
¿Un gallo cantando al atardecer?.
Sí, al atardecer.
Siempre hacia lo mismo. A él le gustaba cantar a esa hora del día.
-Todos los gallos que conozco cantan por la mañana - decía - ¿Por qué?, ¿No se dan cuenta que despiertan a la gente?. Tenemos que cambiar. ¡Es tan bonito cantar al atardecer!. En lugar a despertar a los hombres para que vayan a trabajar, yo les anuncio que pronto vendrá la noche y con ella el descanso. ¿No es mejor?-.
Y así lo hacía. Durante cinco minutos la cantaba a la salida de la luna, parado en la punta más alta del gallinero.
Las gallinas murmuraban: -Es un loco, pero ¡Es tan lindo!-
Los viejitos del barrio protestaban: -¡Cállate gallo loco!. Hace rato que amaneció-.
La gente grande más joven comentaba: -¡Que caso extraño este gallito!-
Los chicos sólo se reían.
Plumin tenía la cresta toda roja y levantada. Su traje de plumas estaba matizado de blanco, amarillo y marrón. La cola era bien erguida y blanca como la leche. Su mirada tierna pero segura.
Las gallinitas estaban orgullosas de su gallito. ¡Era tan vistoso!.
Y no sólo eso, también era muy amable. Jamás las maltrataba. Siempre las tenia cerca suyo. Un día picoteaba maíz con una, otro día con otra y así quedaban todas contentas.
Incluso si alguna gallinita tenia pollitos, él la ayudaba en la educación de los pequeñuelos. Les enseñaba a elegir las semillas chiquitas ocultas bajo el pasto, a raspar la tierra en busca de lombrices, a sacarse los bichitos entre las alas y las patas y, por supuesto,  a hacerle caso siempre a mamá gallina.
Era muy especial. Se distinguía de otros gallos.
Todos en el gallinero lo querían muchísimo.
-¡Qué lindas y dulces son las gallinitas que andan por aquí! –decía.
-¡Ah!, ¡Qué palabras tan galantes y hermosas, Don Plumin!- suspiraban las gallinas.
-¡Qué lindo es ver a los pollitos portándose bien y aprendiendo cada día más para lograr ser buenas gallinas y gallos cuando crezcan!, ¡Estoy orgulloso de ustedes pequeños! –comentaba.
-¡Y nosotros estamos orgullosos de nuestro gallito!- gritaban los polluelos.
Así pasaban los días y gracias a las buenas costumbres y la alegría que naturalmente caracterizaba a Carlitos Plumin, su fama y su modo de ser trascendió por otros corrales.
Hasta vacas, ovejas y caballos comenzaron a copiar su ejemplo. Se trataban dulcemente, se ayudaban, no olvidaban ser agradecidos con sus pares y con la vida.
Tanto cambió todo gracias a su constante invitación a hacer las cosas bien que una tardecita, cuando Carlitos Plumin se puso a cantar como siempre, todos los vecinos se pusieron de acuerdo y, desde ese día, se juntan para escucharlo y aplaudir su maravilloso canto.

Daniel  Adrián  Madeiro

Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.

COMO NACIERON LAS BUFANDAS

"El resfriado de la jirafa" (Juan Manuel Montiel -2007)


Las  niñas y los niños que viven en la selva saben que a las jirafas, especialmente a las que tienen el cuello tan largo como un palo de escoba, les gusta mucho ponerse un adorno.
Y ¿Saben que se ponen?, Yo se los voy a contar.
Algunas usan corbatas muy anchas con rayas, otras se ponen pañuelos de seda muy suave con dibujos, y otras se colocan moños de colores azules, rojos, amarillos, verdes, naranjas.
Como las jirafas son muy lindas, cualquier cosa que se pongan en el cuello les queda divertido.
Además no las tienen que comprar, ¿Por qué?.
Porque en la selva todos los animalitos colaboran, cada uno un poquito, para confeccionarles los adornos.
Las telas para los pañuelos, las corbatas y los moños, las hacen unas arañitas que tejen muy bien. Se las suele ver moviendo muy ligero sus bracitos para atar finos hilos de seda unos con otros.
Las serpientes se encargan de dibujar hermosos arabescos sobre los pañuelos, contorneándose de aquí para allá.
Para decorar las corbatas con rayas, son las cebras las que prestan su ayuda y experiencia.
Los moños son coloreados por unos lindísimos pájaros con colas muy largas. Ellos pintan usando plumas de colores que agarran con el pico.
Quizá ustedes nunca vieron una jirafa con corbata, moño o pañuelo. ¿Saben por qué?. Lo que pasa es que aquí viven en el zoológico. Como va mucha gente que ellas no conocen les da vergüenza adornarse.
Pero en la selva es distinto. Allí están con animalitos amigos. No sienten vergüenza y se ponen de todo en el cuello. A ellas les gusta que sus amiguitos les digan cosas lindas.
En la primavera, cuando toda la selva se viste de flores y mariposas, las jirafas hacen desfile de modelos.
Las hormigas cubren la tierra con pétalos de flores de muchos colores. Cuando terminan parece como si hubiera una alfombra multicolor.
Los elefantes ponen troncos de árboles a los costados del caminito para que sirvan de asientos.
Cuando está todo listo llegan los animales desde distintos lugares y las jirafas comienzan a desfilar muy coquetonas, luciendo sus mejores moños, corbatas y pañuelos.
Todos las aplauden y les regalan flores y besitos.
Pero una vez pasó algo que no les conté. ¿Saben que pasó?.
Un viento fuerte, pero muy fuerte, y además frío, pero muy frío, sopló por toda la selva. Y por ese viento y ese frío, ¿saben que pasó?.
A todas las jirafas les empezó a doler la garganta. Y como tienen el cuello muy largo, les dolía mucho y casi no podían hablar.
"¡Oh, pobrecitas!" -decían los hipopótamos- "El dolor de garganta de ellas debe ser tan feo como si a nosotros nos dolieran los dientes".
"¡Ay, Ay!" -se lamentaban los burros- "Cuanto dolor deben sentir. ¡Menos mal que el frío no nos enfermó nuestras grandes orejas!".
"Que suerte que yo estoy adentro de mi casita" -comentaba la tortuga.
"Có... Có... Có...  ¿Cómo podemos ayudarlas?" -preguntó el gallito, muy preocupado.
Entonces apareció el zorro que, como todos los niños y niñas de la selva saben muy bien, es el animal más astuto.
Se acercó hacia las jirafas y les preguntó: "¿Les duele mucho la garganta?".
Las jirafas bajaban y subían la cabeza para indicarle que sí, porque no podían hablar.
"Me parece..." -dijo el zorro- "que se me ha ocurrido una muy buena idea".
Todos los animalitos allí presentes abrieron los ojos muy grandes, especialmente los búhos que ya tienen los ojos grandes.
"Y ¿Cuál es la idea?" - le preguntaron todos al zorro.
"Es muy sencillo" -contestó - "todos vamos a colaborar para hacer algo parecido a los pañuelos pero mucho más largo y de lana para que sea abrigado. Se lo enroscan en el cuello y así el frío no les hará nada".
"Muy buena ocurrencia, señor zorro" -le dijo el loro- "y yo propongo que a ese abrigo para el cuello lo llamemos: BUFANDA".
"¿Bufanda?" - preguntaron todos los animalitos. "Y ¿Por qué?".
El loro se puso pensativo y caminaba de un lugar a otro, preguntándose: "¿Por qué?".
Luego de un rato pegó un salto y contestó con una sonrisa: "Se llamará Bufanda por es un nombre lindo".
"¡Tiene razón!" -dijo la vaca- "Es un nombre hermoso".
"Un nombre precioso" - dijo el cocodrilo.
"Un nombre fabuloso" -dijo la ardilla.
"Bueno, bueno, basta de hablar y por favor, comiencen a hacer las bufandas que nos estamos muriendo de frío" -dijo una jirafa con una voz muy bajita y ronca. 
Y así fue que todos los animales de la selva se pusieron a trabajar para confeccionar lindas, hermosas, preciosas y fabulosas bufandas para jirafa.
Y así fue como, desde ese día, las jirafas nunca más tuvieron frío y dolor en la garganta durante el invierno.

Daniel  Adrián  Madeiro

Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor.

A MENTIR

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¿Qué te parece si empezamos a mentir?
Bueno ¿Qué decimos?
Nada en particular. Sólo hablemos.

Daniel  Adrián  Madeiro

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LA PARED QUE MIRA AL MAR


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Un sueño es el desarrollo de una conducta personal
ejecutada en un plano diferente de la conciencia;
un acto realizado en un lugar cuya existencia real nadie,
que esté en su sano juicio, puede llamar irreal.



El rey negro y blanco que gobierna este tablero, o país como algunos prefieren llamarlo, se cansó de la música pop que sale de su ropero.
Por eso ordenó la construcción de un puente que una la tierra con el cielo.
Es dudoso que lo use porque sufre de vértigo.
Así que sólo esperamos que suba unos pocos escalones para alejarse del sonido.
El encargue es ciclópeo, lo sabemos, pero propio de su majestad, toda vez que su siesta es interrumpida. A la fecha, contamos con veintinueve puentes similares.
No nos disgusta complacerlo. Lo tomamos como una misión imperial de carácter lúdico y mágico que, alguna vez, esperamos llegar a comprender y a aprovechar.
Por ahora, construimos.
Pero no todos.
Hay siete aguardando que zarpe el barco, fabricado por ellos mismos con corchos y botellas de plástico, que los llevará muy lejos de aquí.
Son los que, sentados sobre la cubierta, confiados en que el viento soplará fuerte y desplegará las velas, aturden al rey cantando música pop detrás del ropero apoyado sobre la pared que mira al mar.

Daniel  Adrián  Madeiro

Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
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INFORME DE UN PERIPLO


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Muchas cosas pueden dar satisfacción en este mundo,
pero el verdadero conocimiento de sí mismo
es la mayor de las conquistas.

Desplegamos las velas de punta a punta, con orgullo, con valentía. 
Pero un abismo nos separaba de los navegantes expertos y cautelosos.
Éramos jóvenes.
Cada nuevo viento que soplaba nos arrastraba donde quería. Creíamos ser los que ordenábamos el curso pero no, eran ellos, los vientos.
Así pasamos los años juveniles entre brisas y tempestades, hasta que en una noche densa, parecida a nuestra ceguera, nos estrellamos sin remedio.
Lejos de casa, engreídos viajeros sin brújula, ahora estábamos solos y perdidos.
Ese día abrimos los ojos y al vernos reflejados en el agua sentimos vergüenza por la irresponsabilidad de tantos años.
Lloramos y pedimos ayuda.
Nadie se interesó.
Si no fuera por el niño que nos nació, nunca hubiéramos encontrado alivio.
Él nos devolvió la esperanza, nos vistió de responsabilidad.
Ahora esperamos en DIOS rogándole que lo haga más inteligente que nosotros.

Daniel  Adrián  Madeiro

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Todos los derechos reservados para el autor.

NO ES TIEMPO DE ENAMORARSE

Los amantes pobres - Dalí


¿Por qué se comporta así el pueblo y grita?
Quiere alimentarse, engendrar hijos y darles como pueda de comer.

Epigramas (10) – J. W. von Goethe

-¡Pero en qué cabeza cabe!
-Viejo, ¿Vos no te enamoraste?
-Era otra época, pendejo. ¡No seas boludo!
-Pero nos vamos a arreglar.
-Ella no tiene trabajo y vos haces changas. ¿Con qué van a vivir?
-Yo me las rebusco, che.
-Sí; porque vivís acá con nosotros. ¿A dónde van vivir?
-Nos hacemos una piecita atrás.
-Y ¿Vos te creés que podemos aguantar otra boca?
-El refrán dice: Donde no comen tres, no comen cuatro.
-No lo tomés a risa. Se van a  cagar de hambre.
-Nos vamos a arreglar. Vas a ver.
-¡Hacé el favor! Después vienen los crios y vos sin trabajo.
-Vos tampoco tenés trabajo, viejo. ¿O no vivís de changas también?
-Pero ya llegué hasta acá y me queda poco rollo.
-¿Qué tiene que ver?
-Es lo que te dije al principio, hijo. Son otras épocas. Yo teniendo salud siempre enganché trabajos y si me enfermaba tenía un hospital del gobierno para curarme. Vos mismo naciste en el municipal. Pero ahora...
-Es igual, viejo. Es igual.
-Nó, negro, nó. ¡Pensá! Sacate las ganas con alguna loca y dejate de joder.
-No pasa por ahí. Yo la quiero y ella me quiere.
-Eso estaba bien antes, hijo. Ahora hay que pensar con la cabeza. Nosotros somos pobres. Y vos sos pobre. No le interesás a nadie.
-Te equivocás. El Cholito, cuando fuimos a la plaza el otro día, me dijo que va a hablar para meterme en el municipio.
-¡Claro, boludo! Lo mismo le dice a todos. También me lo decía a mí. Necesita llenar el camión para el acto del partido y te miente. Pero vos no tenés que ilusionarte. No te va a dar nada.
-Y ¿Si es verdad y me ayuda?
-Sos un pobre, hijo. Cualquier cosa que te den no va a ser para ayudarte en serio. Van a ser migajas para poder chuparte la sangre.
-Bueno, no importa. Yo la quiero. Vamos a ser felices. ¿Vos no sos feliz con la vieja?
-Sí. Yo también la quiero a tu madre y ella a mi... pero eso no es lo mismo que ser feliz hijo. Pasamos muchas y todas duras. Mírame. ¿No vez a un hombre hecho mierda? Mirala a ella. ¿Vez a una mujer feliz?
-Dentro de todo, sobrevivimos ¿O nó?
-¡A bueno! Si querés ser un sobreviviente dale... pero acordate que siempre nos faltó todo. ¿Cuántas veces tu madre tuvo que mendigarle a otros para poder parar la olla cuando yo me enfermaba?, ¿Cuántas veces te quedaste con las ganas de comprante unos putos caramelos porque no teníamos un peso partido al medio?
-Ya sé, viejo, pero...
-Martín, ¡Cómo me gustaría poder decirte otra cosa! Pero haceme caso. Por ahora, no es tiempo de enamorarse.

Daniel  Adrián  Madeiro

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BUSCANDO UNA SALIDA

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Ella se da cuenta que, al fin y al cabo, él salió a flote.
Pero insiste en encontrar una salida distinta.
Mira a todos los costados y no ve más que un horizonte sin fin.
Se pregunta hacia donde ir, cómo asegurarse un destino sólido.
Pasa los interminables días cargada de angustia, con la mirada perdida, con la cabeza llena de imágenes, de recuerdos, de esperanzas.
Sabe que un milagro sería lo apropiado.
Pero no quisiera necesitar un milagro.
Entonces cavila con la mismísima profundidad de un océano sobre el día de mañana.
Lo recuerda a él saliendo a flote pero se resiste a hacer lo mismo.
Y sigue sola, sobre un pequeño bote que se está desmantelando poco a poco, muerta de sed y hambre, en medio del océano, casi loca, planteándose todo el tiempo si no sería mejor terminar como él, muerta, flotando en el agua.

Daniel  Adrián  Madeiro

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Todos los derechos reservados para el autor.

NEGRITA NIEVES Y LOS SIETE GIGANTES

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En un lejano bosque que no sé dónde queda porque nunca pude llegar, me contaron que hay una pequeña casita de paredes de tejas y techo de ladrillo, con dos puertas del lado de afuera y cuatro del lado de adentro, cinco ventanas grandes y un jardín de verano adelante y otro de invierno atrás.
Allí vive la señorita Rosa Jazmín Margarita Alelí Petunia Sánchez Pereira Nieves, más conocida por todos como “Negrita Nieves”.
Lo de Nieves es por su último apellido y lo de negrita por su rostro moreno.
Es muy coqueta. Le gusta llamar la atención de todos en el bosque. Pero como en el bosque no hay nadie que la mire, sólo los animalitos, entonces se pone una pollera amarilla con una blusa violeta y zapatos rojos, o un vestido de rayas verdes y naranja con unas sandalias fucsias.
Igual ella es feliz porque cree que todo le queda bien.
Su único problema es el pelo. Tiene muchos rulitos y le lleva tiempo peinarlo. Por eso es que no lo peina, se pone unos pañuelos y listo.
Por la mañana, muy temprano, casi de madrugada, a las 11,30 más o menos, Negrita Nieves se levanta a desayunar.
Va hacia el supermercado, que ella misma puso allí, para comprar la leche. Eso sí, leche fresca. Tan fresca que la consigue ordeñando a la vaca que tiene guardada en la heladera.
Después compra un alfajor de chocolate con dulce de leche, dos porciones de torta de frambuesa, un sándwich de jamón y queso con tomate, lechuga, mayonesa y salsa golf, y un paquete de galletitas de agua por si se queda con hambre.

UNA CONVERSACIÓN MAÑANA

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Todavía el sol no se había recostado totalmente.
Él disfrutaba los últimos versos de un poema de Ansel Hollo acompañado por un equilibrado cielo matizado de rojo.
Lo emocionó el final.

-Permiso, Señor.
-Pase, por favor, Comandante.
-Gracias, Señor.
-¿Y?, ¿Cómo marcha el trabajo?
-Despacio pero firme.
-¿Cuánto hicieron hoy?
-Calculamos que un cuatro por ciento.
-Es cierto, va lento.
-Podríamos ir algo más rápido pero Usted dio la orden...
-Sí, sí. La estructura edilicia se debe conservar. Será útil.
-Tarde o temprano se acaba. Cortamos el agua, el gas, no hay alimentos...
-Sí, sí. ¡Muy bien! Lo que pasa es que soy algo impaciente y, además, no me resulta muy gratificante.
-Hay que hacerlo, Señor.
-Hay que hacerlo. ¡Oh, Dios!
-Ya reservamos cien mil en la colonia. Allí todo será programado conforme la necesidad.
-Terminen lo antes posible. Me agota esta espera.
-Vamos tan rápido como podemos. Lo que pasa es que se han organizado, tienen alguna que otra arma, están escondiéndose en túneles. No es tan fácil.
-¡¿Quién hubiera dicho que la perfección tecnológica nos iba a llevar a esto?!
-Señor, los pobres estaban destinados a desaparecer. Ya hay reemplazo. Listo.
-Lo felicito. Está prestando un gran servicio al gobierno.

Ahora aparecían las primeras sombras de la noche.
Tras el humo de su cigarro, releyó los últimos versos de “Destino manifiesto”:

“...disfrutar una tarde tranquila, sumamente agradable,
observando cómo la ultísima técnica militar
elimina la pobreza del mundo
en su forma más obvia: los pobres”.

Daniel  Adrián  Madeiro

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VISIÓN I

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Vi toda la tierra surcada por unos caminos muy largos, anchos y grises. Algunos estaban sostenidos por enormes columnas que se acercaban a la bóveda del cielo.
Sobre los caminos había unos monstruos brillantes, de distintos colores y formas, que corrían muy fuerte en todas las direcciones.
Sentí mi corazón agitarse por la visión.
Yo veía la gran muchedumbre de monstruos corriendo juntos y no entendía porque no se peleaban entre sí ni hacia donde iban.
De repente vi algunos, apartados al costado, que parecían haberse enfrentado en lucha. Partes de sus cuerpos estaban dispersas en la cercanías. En ese momento pude apreciar algo parecido a dos pares de alas a sus costados. Algunos las tenían abiertas, otros las mantenían pegadas al cuerpo. Se podía advertir que algunas bestias estaban heridas porque salía sangre desde su interior.
Los ojos de los monstruos despedían un fuerte resplandor, como la luz del sol cuando se refleja en el lago. Y yo no podía verlos sin encandilarme. La luz de sus ojos llegaba a mucha distancia por delante de ellos.
Vi sus patas, negras y redondas. Se movían muy veloces y, mientras lo hacían, se escuchaban sus rugidos que eran más fuerte que los de un león.
Casi siempre se movían hacia delante, siguiendo la dirección del camino; pero algunas veces lo hacían hacia atrás sin necesidad de girar; eran como un hombre que se moviera de espaldas.
A veces, aunque se encontraran quietas, se escuchaba su rugido. Parecía que unas a otras se estaban diciendo algo antes de empezar a correr nuevamente.
De sus colas salían unos vapores con un olor parecido al del carbón y el azufre quemándose juntos.
Y un ángel me llevó a un lugar donde había algunos de esos monstruos encerrados tras algo parecido a unas cortinas de agua, transparentes, frías y sólidas. Al ver los monstruos tuve miedo, pero el ángel me dijo que estaban dormidos. Le pregunté sobre la extraña cortina y me dijo que tuviera cuidado con ella para no lastimarme, porque era frágil y podía romperse con un golpe fuerte.
Allí se veía a los monstruos descansando. Sus ojos no tenían aquel resplandor pero sus cuerpos estaban más brillantes.
Sobre la prisión en la que estaban podían verse una escritura que yo no entendía. Y el ángel me dijo que ese era el nombre de los monstruos y me pidió que lo anotara: Autos.

Daniel  Adrián  Madeiro

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OLFATO


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Hay feo olor.
Quizá provenga de la amarga comida que engullen los hijos hambrientos de los deudores sin trabajo.
Tal vez de esos miles de fajos de billetes; dinero que estuvo ¡Quién sabe dónde! Yo vi gente escondiendo plata entre sus genitales.
Pudiera ser también por causa de la fuerte y penetrante transpiración de albañiles, changarines u obreros, pegada accidentalmente a la seda de los trajes de sus patrones que vienen a depositar las ganancias.
¡Quién sabe!
Una cosa es indiscutible: Hay feo olor detrás de ese cartel que dice “Banco”.

Daniel  Adrián  Madeiro

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