lunes, 11 de febrero de 2013

UNA CONVERSACIÓN MAÑANA

Foto Google

Todavía el sol no se había recostado totalmente.
Él disfrutaba los últimos versos de un poema de Ansel Hollo acompañado por un equilibrado cielo matizado de rojo.
Lo emocionó el final.

-Permiso, Señor.
-Pase, por favor, Comandante.
-Gracias, Señor.
-¿Y?, ¿Cómo marcha el trabajo?
-Despacio pero firme.
-¿Cuánto hicieron hoy?
-Calculamos que un cuatro por ciento.
-Es cierto, va lento.
-Podríamos ir algo más rápido pero Usted dio la orden...
-Sí, sí. La estructura edilicia se debe conservar. Será útil.
-Tarde o temprano se acaba. Cortamos el agua, el gas, no hay alimentos...
-Sí, sí. ¡Muy bien! Lo que pasa es que soy algo impaciente y, además, no me resulta muy gratificante.
-Hay que hacerlo, Señor.
-Hay que hacerlo. ¡Oh, Dios!
-Ya reservamos cien mil en la colonia. Allí todo será programado conforme la necesidad.
-Terminen lo antes posible. Me agota esta espera.
-Vamos tan rápido como podemos. Lo que pasa es que se han organizado, tienen alguna que otra arma, están escondiéndose en túneles. No es tan fácil.
-¡¿Quién hubiera dicho que la perfección tecnológica nos iba a llevar a esto?!
-Señor, los pobres estaban destinados a desaparecer. Ya hay reemplazo. Listo.
-Lo felicito. Está prestando un gran servicio al gobierno.

Ahora aparecían las primeras sombras de la noche.
Tras el humo de su cigarro, releyó los últimos versos de “Destino manifiesto”:

“...disfrutar una tarde tranquila, sumamente agradable,
observando cómo la ultísima técnica militar
elimina la pobreza del mundo
en su forma más obvia: los pobres”.

Daniel  Adrián  Madeiro

Copyright © Daniel  Adrián  Madeiro.
Todos los derechos reservados para el autor

No hay comentarios: