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Hay feo olor.
Quizá provenga de la amarga
comida que engullen los hijos hambrientos de los deudores sin trabajo.
Tal vez de esos miles de fajos de billetes; dinero que
estuvo ¡Quién sabe dónde! Yo vi gente escondiendo plata entre sus genitales.
Pudiera ser también por causa de
la fuerte y penetrante transpiración de albañiles, changarines u obreros,
pegada accidentalmente a la seda de los trajes de sus patrones que vienen a
depositar las ganancias.
¡Quién sabe!
Una cosa es indiscutible: Hay feo
olor detrás de ese cartel que dice “Banco”.
Daniel Adrián
Madeiro
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© Daniel Adrián Madeiro.
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